Hay muchas formas de hacer y decir las cosas.
Siempre me he considerado una persona de pocas palabras, hablaré de lo que sepa, diré mi opinión si me encuentro cómoda en el grupo de gente en el que estoy y daré las gracias y pediré perdón en ocasiones contadas.
Gracias y perdón cuando toque. Porque he tenido temporadas pasadas de suplicar perdones que me debían y de agradecer hasta por estar viva. Creo que es mucho mejor callarse, y devolver el favor, aunque sea con un abrazo, o con algo que de verdad se necesite. Estoy harta del "cuando me necesites estoy ahí eh, lo que sea". Esperando me hallo a que alguno responda a mis llamadas de socorro. Mis gracias calladas están ahí metidas, pero de verdad, cuando me necesites ahí estaré.
Y perdón. Espera que me entra la risa. ¿De qué sirve que pidas perdón si lo vas a volver a hacer? No puedes pedir sino sabes dar, y no pidas perdón si en 5 minutos me vas a volver a atravesar con el mismo puñal. Pediré perdón si es necesario oírlo, aunque prefiero no repetirlo. Lo siento, si, lo siento (aunque no es un perdón, es una "explicación") si no te sirve, si no te convence, pero prefería mil veces no haberme encontrando con tantos "perdones", con tantos "no volverá a pasar" y ahora no tener una lista de decepciones de varias páginas.
Me han llamado seca, borde, arisca, incluso me he tenido que oír alguna que otra burradas, pero los que bien me conocen o quizás no tanto, pero han compartido lo suficiente conmigo saben que soy una máquina de besos y abrazos. Me explico, si contigo no y con otros si será por algo, como todo, todo es por algo, pocas veces no hay nada detrás y muchas veces las explicaciones no son solo un "nah, un mal día". Pues no, porque los que te importan te preguntarán: "¿Qué tal?" y dirás un "mal, gracias", y no pasará nada, nada malo, me refiero, seguramente un abrazo un "a quién matamos" o un "ahora mismo cerveza, ya".
Aunque supongo que nada de esto tendrá que ver con que Doña Ofelia nos haya dejado, mujer sin palabras, mujer sin sonrisa, mujer sin a penas aguante, mujer muerta que vivía para poder cogerte del brazo mirarte en lo más profundo y regalarte un gracias que te hacía temblar.
P.D: hoy he vuelto a mi queridísimo pueblo en busca de un hogar puntual, lo necesito tanto como un ventilador estos días. Me he encontrado a mis antiguas residentas del hotel en el que he servido 5 años seguidos y al que dudo volver algún día. Me han llenado de besos, abrazos, pintalabios y olor a colonia de abuelita. Me han llorado y me han pedido que volviera con ellas, que me necesitan en ese sitio. Hacer bien las cosas tiene su recompensa, me quieren las adoro. Gracias. De las de verdad. Perdonadme no poder estar allí. No me dejan.
Y perdón. Espera que me entra la risa. ¿De qué sirve que pidas perdón si lo vas a volver a hacer? No puedes pedir sino sabes dar, y no pidas perdón si en 5 minutos me vas a volver a atravesar con el mismo puñal. Pediré perdón si es necesario oírlo, aunque prefiero no repetirlo. Lo siento, si, lo siento (aunque no es un perdón, es una "explicación") si no te sirve, si no te convence, pero prefería mil veces no haberme encontrando con tantos "perdones", con tantos "no volverá a pasar" y ahora no tener una lista de decepciones de varias páginas.
Me han llamado seca, borde, arisca, incluso me he tenido que oír alguna que otra burradas, pero los que bien me conocen o quizás no tanto, pero han compartido lo suficiente conmigo saben que soy una máquina de besos y abrazos. Me explico, si contigo no y con otros si será por algo, como todo, todo es por algo, pocas veces no hay nada detrás y muchas veces las explicaciones no son solo un "nah, un mal día". Pues no, porque los que te importan te preguntarán: "¿Qué tal?" y dirás un "mal, gracias", y no pasará nada, nada malo, me refiero, seguramente un abrazo un "a quién matamos" o un "ahora mismo cerveza, ya".
Aunque supongo que nada de esto tendrá que ver con que Doña Ofelia nos haya dejado, mujer sin palabras, mujer sin sonrisa, mujer sin a penas aguante, mujer muerta que vivía para poder cogerte del brazo mirarte en lo más profundo y regalarte un gracias que te hacía temblar.
P.D: hoy he vuelto a mi queridísimo pueblo en busca de un hogar puntual, lo necesito tanto como un ventilador estos días. Me he encontrado a mis antiguas residentas del hotel en el que he servido 5 años seguidos y al que dudo volver algún día. Me han llenado de besos, abrazos, pintalabios y olor a colonia de abuelita. Me han llorado y me han pedido que volviera con ellas, que me necesitan en ese sitio. Hacer bien las cosas tiene su recompensa, me quieren las adoro. Gracias. De las de verdad. Perdonadme no poder estar allí. No me dejan.