Intento de diario - De todos los sitios te tienes que llevar algo, sino es que hay algo te has perdido por el camino.
¿Vas a echar algo de menos? Por supuesto, esto es Londres, estaría loca si te dijera que no, que aquí no hay nada que hacer, que es aburrido, que no voy a echar de menos ver todos los fines de semana el maravilloso Big Ben, andar por las calles que ya me sé de memoria, coger el autobús y correr a la parte de arriba, "esperar" segundos el metro, buscar y rebuscar nuevos sitios... Tienes que haberlo pasado muy mal para querer volverte, o para irte sin nada que echar de menos. Así que ahí va mi lista de imprescindibles de mi estancia en la fría Inglaterra. Sin orden, tal cual se me vienen a la cabeza:
- Costa. Los tesitos, cafés, chocolates (que no son chocolates, son colacaos), las muffins, las charretas, las escapadas de lluvia, frío, las planificaciones, los "necesito ir al baño", un "necesito descansar", "no hay nada que más que hacer, pues vamos al Costa". Ha sido mi café desde el día que llegué y me recibieron en él, ha sido el sitio de reunión, comidas, cenas, descansos, los Costas de Londres y otros sitios se han hecho de oro gracias a nuestras visitas, pero sí, también nos han traído de lo mejor.
- Sainsbury. Porque nunca en mi vida había ido con ansia a comprar a un supermercado y llegar y tirarme más de media hora SOLO para elegir una cosa. Benditos, y cuantísimas veces nos han salvado de esos "no hay comida en casa". La pastelería es de pecado, las papitas, los platos preparados, los menús de 3£ salvavidades, y todas las gorrinadas.
-Common, bosque camino a Richmond Park. El Common es una zona verde, campos de fútbol, cricket, paseos de perros, ancianos, bicis, carritos de bebés durante todo el año, que aquí les da igual si estamos a 2ºC como si hacer "calor". Y es que no miento si digo que es un sitio de libro de fantasía, lleno de caminos escondidos, cuervos, bichitos, y zorros por la noche. Fue una verdadera alegría cuando me trajeron a Molly y me iba a "obligar" a pasearla todos los días.
- Atardeceres. Lo mío viene con obsesión, de largo. Supero las 230 fotos de atardeceres desde mi habitación, no digo ya del resto de la Inglaterra que he visitado porque no lo sé. Es una preciosidad: las ciudades bajitas, y en mi caso con un bosque al lado, con la vista limpia. Además tengo, sin duda, tengo las mejores vistas de toda la casa. Que sí, que subir 3 pisos es un asco, pero cada noche me vale la pena.
- Hablar en inglés, escuchar en inglés, la vida en inglés. A veces se hace difícil, hay días ,semanas que no sabes hablar, ni castellano ni inglés; palabras que jamás pronunciarás bien, personas a las que nunca jamás de los jamases vas a entender y millón de problemas más, pero es que es tan bonito. Maldita sea, son tan educados al hablar, da igual en qué te estés cagando que en inglés suena bien. Yo hablando en castellano soy una malhablada en toda regla, y en inglés me suavizo, pienso lo que digo dos veces, cosa que debería de hacerlo en todos los idiomas. Esto es difícil de sentirlo si no te gusta el idioma, pero a los que nos gusta me entenderán. Lo raro al volver será escuchar en todas partes hablar algo que no sea inglés.
- Ver pasar 3 de las 4 estaciones. En Valencia solo tenemos invierno y verano. Aquí he visto llegar el otoño, el invierno y la primavera. Al verano se le está haciendo cuesta arriba y ya me estoy poniendo nerviosita, pero ha sido genial verlo tal y como debería de ser.
- La cama doble (matrimonio para los castellano-parlantes). Es que yo duermo en literas, y es muy injusto, encima muchas noches me toca compartirla con Medus, que en invierno genial, pero en verano nos vamos a morir los dos de calor.
- Molly. Porque aunque es una patata andante, una pesada y una lamecaras, ha sido lo mejor que le ha podido pasar a esta casa, y por lo tanto a mi. Ha sido la salvación de decenas de tardes sin nada qué hacer, una pequeña máquina de amor y alegría, y por supuesto, un lazo con las nenas. Bebé Molly Moo, te voy a echar mucho de menos, solo espero que te cuiden mientras yo no esté y que te olvides de mi, sino lo pasarás mal.
- Vivir cierto tipo de independencia. No es que aquí sea independientemente total o que vaya a volver y me convierta en una adicta a la dependencia, a vivir de papá y mamá, sobre todo porque eso nunca ha sido así. Pero aquí soy yo, ellos van por su parte y yo por la mía. Y eso es algo que la au pair tiene que tener claro. Venimos, ayudamos y nos vamos. Este tipo de experiencia te obliga a buscarte la vida, a no quedarte en casa, a sacarte las castañas tú todos los días, varias veces. A organizarte para que las cosas salgan bien, porque o lo haces tú o, eje amigo, nadie las va a hacer. Así que de alguna manera voy a perder poder ser parcialmente (en más grado que cuando vuelva) independiente. Porque en todas partes acabas dependiendo de algo, por pequeño que sea.
Y me está entrando el sueño, así que cierro esto aquí. Seguro que hay más, pero tampoco me quiero poner muy melancólica ¡¡¡qué aún no me he ido!!!